α y β: La Frontera

Aunque en estos lugares pueden llegar miembro de ambas ramas, no es ni por asomo un sitio neutro o pacífico, por el contrario es el más violento de todos. Aquí se dividen los territorios de las ramas Alfa y Beta, el límite siendo únicamente marcado por una gran hilera de pinos. Pero no te dejes engañar, ya que no son árboles comunes, por el contrario, están hechizados con un potente veneno y espinas que atacarán si alguien osa cruzar la frontera, sea la rama que sea. Son muy rápidos y sumamente difíciles de engañar o esquivar, además de que, si se logran pasar, el destino no estará de tu lado, pues la rama dominante del territorio al que acabas de entrar ya está alerta de tu presencia...
Como dato, el edificio que se encuentra casi al final solía ser la casa de campo de Céladon, por lo que tanto Arkham como Zeller, en acuerdo mutuo, decidieron que nadie la ocuparía.

Ocultos en la oscuridad de la noche dos cuerpos se movían con total sincronía. Uno escapaba del otro y evidentemente no tenía mucho éxito. Su palpitar lo delataba ante el cazador, que dando fin a la agonía atrapó con una de sus manos el enorme y fornido cuello de su presa.
Fue como si Sathiel aguardara que la cercanía del recién llegado sea mayor, para destrozar la tráquea del ahora difunto humano. Y como si fuera una simple pluma lo arrojó a un lado, sobre al menos una docena más de cadáveres en su misma condición. Giro con elegancia, limpiando sus manos en un blanco pañuelo que había sacado de su bolsillo. Apreciando su obra de arte con una sonrisa no muy amigable.

El hombre se siguió acercando con la misma parsimonia de siempre, sin inmutarse ni un segundo, erguido e impasible, sin inmutarse ni un segundo, al fin y al cabo sabría más o menos lo que le esperaría. No tardó mucho en localizar la pila de cadáveres ensangrentados, tampoco el otro ser que venía atrás de él.
A diferencia del demonio, el que lo perseguía lucía realmente disgustado, colérico se podría decir, caminando a pasos largos, casi corriendo, cuando llegó ya jadeaba un poco.
-¿Qué estás haciendo?-Preguntó cuando estuvo cerca de Opeth. Este, apenas notó su impulsividad, lo detuvo del brazo.-¡¿Pero qué?! Son mis territorios, Setan-Se zafó de su agarre, fulminándolo con sus ojos azul cielo, tan claros y calmos pero a la vez tan penetrantes.
-Y es mi responsabilidad-Gruñó sin levantar la voz-Yo me encargaré de esto, Strahl, vuelve a casa 
El líder de los Alfa miró furioso al Habitante de la Luna, sin embargo reconoció que tenía razón, al fin y al cabo podría controlar mejor al muchacho. Con un bufido, se soltó del agarre del demonio y despareció. 
Cuando estuvieron solos, Opeth al fin miró al muchacho y acortó las distancias.
-¿Por qué te secaste la sangre? ¿Acaso no estás orgulloso de tus trofeos?-Fue lo primero que le preguntó, con una suavidad que helaba la sangre. No gritó, solo susurró, como acostumbraba hacer.

-Aquí no hay trofeos-Respondió borrando la sonrisa tan de pronto como el Vollmond desaparecía, dejando casi en evidencia que la mueca era dedicada exclusivamente para el rubio.
Miró sobre su hombro, la montaña de cadáveres emanaba un perfume realmente fascinante pero no demasiado llamativo para el chico. Muchos podrían jurar que era sed de sangre, pero no. Era solamente algún extraño pasatiempo.-Estás lejos de casa-Murmuró cambiando de tema, quitándole importancia a la escena. Con movimientos elegantes dobló y guardó el pañuelo ahora carmesí, nuevamente en su bolsillo. Esperando con el mentón bien arriba la respuesta de su padre.

-Entonces ¿Qué son para ti, además de humanos? Sabes bien que está prohibido el daño a los mortales en esta fecha. Así que, ¿Por qué?-No era que realmente le importaran mucho aquellas vidas, sus razones para intervenir iban más allá de ello.-Me alejo lo suficiente para hacerme cargo de que mis leyes se cumplan.
Sintió el aura del Vollmond desaparecer, sin embargo otras más aparecieron, seguramente eran guerreros enviados por el mismo, sin embargo no les convenía en absoluto atacar. Sabía que únicamente observarían, aún así se sentía vigilado de algún modo y eso lo disgustaba.

Ahora si, una sonrisa natural nació en sus labios, bajando la vista azul al suelo. Le resultaba bastante extraño aún con 24 largos años adaptarse a leyes de sus tres clanes natales, y no era por justificarse pero llegaban a veces a contradecirse en sus pensamientos.-Digamos que fue solo parte de una investigación-Respondió escogiéndose de hombros, ahora elevando su mirar a Opeth, ignorando tan drásticamente la presencia de los vigilantes que parecía ni siquiera haberlos notado.-No imaginé que esta pequeña ruptura causara que vengas tras de mi, lo lamento.-Añadió quien sabe con que tono.

El demonio alzó los hombros, como si le restara importancia realmente a la "falta" que había cometido el muchacho e ignoró por completo la misma, había logrado tomar algo de las pocas líneas que había dicho, y no pensaba soltarlo tan fácilmente.
-Una investigación, dices.-Reflexionó unos segundos, mientras continuaba caminando, dejando atrás a Sathiel hasta llegar a los cuerpos. Les dio una examinada rápida, inclusive mordió a uno que otro-Y dime, ¿Qué hace un miembro del clan Jëylls, un genio, como te llamarían algunos, que ha vivido su vida entre bibliotecas, entrenamiento y conocimiento de primera clase, "investigando" con criaturas tan inferiores? Los he examinado y no parecen tener nada de interesante, al menos no para mi. Pensé que a este nivel tratarías con temas más... profundos que simples humanos.

-Son criaturas realmente fascinantes si se las sabe apreciar-Respondió en un segundo, sonriendo ante la etiqueta que a menudo todos le ponían, mas no reaccionó. Prefería que lo cataloguen como el muchacho refinado antes que como un impulsivo asesino, característica que siempre detestó de Kyrara y Eben, por ejemplo.
No se molestó en responder la última parte de la frase del demonio, no le divertía el juego de las preguntas y respuestas o al menos no por mucho tiempo.-El coraje en estos seres es interesante, por lo que me tomé la libertad de probar hasta donde llegaban si se los ponía en una situación límite. Ts, no muy lejos-Exclamó innecesariamente feliz, señalando a uno en particular con su dedo índice-Ese de allí ofreció venderme su alma si no lo mataba, y aquella señorita confesó sus pecados antes de morir, creyendo que era una especie de entidad misericordiosa.

Opeth escuchó atentamente al chico, todas y cada una de sus palabras sin emitir sonido o expresión alguna. 
-Hablas como si realmente esperaras que estas criaturas pudieran hacerte frente. Dime, ¿No te da vergüenza experimentar con un ser con clara desventaja hacia ti?-Preguntó-Las reacciones emocionales no son únicas en los humanos, son predecibles, de hecho. Estoy seguro que te parecería más fascinante el experimentar con seres de mejor nivel, y no dudo que lo hayas pensado. Entonces, ¿Por qué con ellos? ¿Por que buscaste a propósito a seres inferiores para desquitar tu curiosidad?-Le había puesto nombre a las intenciones del muchacho, "curiosidad", lo había llamado. Pero más sabe el diablo por viejo que por diablo, y Opeth olía que colocarle el término "curiosidad" a lo que se removía en el interior del muchacho no saciaba en realidad la verdad. 
La saña realizada y las reacciones posteriores simplemente no encajaban en eso, había algo más.

-Lo he hecho, claro que si, y no resultan muy distintos que éstos seres.-Exclamó cruzando sus brazos, mirando con cierta emoción mal fingida a Opeth.-A veces el ser que es consciente de su poder llega al punto máximo de miedo más rápido que ellos. Los humanos mueren pensando que son algo más que ésto. Tienen un especie de orgullo inquebrantable-Comentó para suspirar-Y al parecer son algo más, por ello estás aquí.

-No estoy por ellos aquí, lo sabes bien-Se cruzó los brazos con tranquilidad, imitando el gesto del muchacho, mientras lo observaba con atención, todo, absolutamente todo era registrado por Opeth-Orgullo inquebrantable... ¿Es por eso que estás aquí? ¿Para quebrar lo inquebrantable?

El chico sonrió de lado encogiéndose de hombros, sin dar un si o una negativa ante la alternativa, quizas no le interesaba las ramas de esa conversación, o tal vez había dado justo en el clavo. Sea cual sea no estaba seguro, nada con Sathiel lo estaba.
-Podrías ser tu lo inquebrantable-Exclamó con un tono poco serio, sin énfasis en la burla o cualquier cosa semejante. Como Opeth, él también sacaba sus propias conclusiones.

Escuchó el comentario del muchacho y no pudo evitar sonreír ante aquello, era bastante interesante el rumbo que tomaba la conversación, justo el que él quería.
-¿Yo inquebrantable? Por supuesto que no-Le contestó con total serenidad sin abandonar aquella mueca venenosa tan conocida de él.-¿Acaso tú lo eres, Sathiel?

-¿Yo?-Dijo con una vaga duda rondando su semblante-Debe ser la única cosa a la que no tengo respuesta-Dijo ladeando sus ojos, esos ojos tan azules, tan punzantes.-Y creo que si la tuviera sería la vida más aburrida jamas conocida-Bromeó con su voz filosa y ese tono asquerosamente altivo que había heredado de progenitora.-Un momento ¿Será ese el motivo de lo investigación?-Añadió totalmente sarcástico.

-No lo sé, ¿Acaso lo es?-Le preguntó continuando con la última frase dicha, alzando la ceja, siguiendo con el sarcasmo del muchacho. Si bien el tono empleado no había sido nada serio, supo entonces que ahí había algo. Así que, alejándose un poco, alzó los brazos y sonrió, esta vez de una manera más fiera, más venenosa-Si no tienes respuesta, ¿Por qué no vienes y lo compruebas? Al fin y al cabo observo que llevas la vida más aburrida jamás conocida para llegar a este extremo-Parafraseó lo que dijo Sathiel, refiriéndose con obviedad a los humanos que había asesinado.

Sathiel elevó sus cejas demostrando sorpresa, fingida por supuesto-Hay una pequeña raya que separa el ser estúpido y el aparentarlo, mi querido señor. Y créame que aunque lo piense, no lo soy. Y como he dicho, quizás la diversión está en nunca averiguarlo-Añadió dando una amable sonrisa. Si bien no tenía nada más que hacer allí podría disponerse a marchar, mas por respeto no iba a darle la espalda a su padre.

-Jamás pensé que serías estúpido. Me esperaba tu respuesta, de hecho, digamos que era parte de una investigación-Dijo con sarcasmo, exactamente como Sathiel lo había hecho algún momento atrás.-Puedes irte si así lo deseas, puedes seguir con tu monótona y aburrida vida de frustración eterna. Te veré luego, supongo-Alzó los hombros, restándole importancia al tema. Si bien el muchacho no había dicho nada acerca de la última frase, Opeth había estado atando cabos desde el primer diálogo que intercambiaron.

El chico sonrió mirando al piso-Dime qué es lo que quieres, de una vez-Dijo afilando sus ojos directamente a su padre, abandonando la actitud agraciada que poseía hacía unos cuantos segundos atrás. Cambio brusco y total en su rostro y aura, así como postura también. Era imponente y lo sabía demasiado bien, aunque intentara evitarlo era algo innato en Sathiel. Dirigió su nueva mirada a él, tan suyo que hasta un idiota podría adivinar que estaban emparentados.

Esta vez Opeth no disimuló ni un segundo en esbozar una sonrisa tan arrogante y victoriosa que inclusive daba asco. Había dado en el clavo fácil, demasiado fácil, quizá porque reconocía ese sentimiento del muchacho de algún remoto pasado suyo.
-¿Por qué ese cambio tan drástico en tu comportamiento, Sathiel? ¿Acaso ha sido algo que he dicho yo?-Preguntó, con un tono falso de dolor, fingiendo demencia. Sin embargo, en la siguiente frase volvió a su anterior timbre, tan grave y serio-La verdadera pregunta es, ¿Qué quieres tú?

El chico guardó silencio y mantuvo su rostro serio hasta la última palabra de Opeth, arrugando su frente a medida continuaba, esperando escasos segundos para hablar-¿Acaso importa?-Preguntó encogiéndose de hombros. Le disgustaba profundamente ser el centro de la conversación cuando efectivamente él no lo deseaba, quizás no lo hacía sentir incómodo pero si extraño.

El hombre no respondió enseguida, de hecho tardo bastante más de lo normal en hacerlo, simplemente se paseó unos segundos, recorriendo la matanza que Sathiel había provocado, mirando a todos los cadáveres con atención y al mismo tiempo desdén.
-Solo mírate-Le dijo señalándolo y luego haciendo lo mismo con los humanos descuartizados-Y míralos a ellos. Y vuelve a responder la pregunta

El muchacho se vio ampliamente sorprendido, jamás hubiera esperado esas palabras de Opeth. Ciertamente lo había descolocado y no podía camuflarlo bajo su mirada filosa.
Obedeció, dirigiendo su mirada a los cadáveres, aunque sin sentir sentimiento alguno. Muchos en su situación sentirían mínimo remordimiento, pero en el corazón del joven, nada se asomaba. Retornó su mirar a su padre, esperando algo más de su parte. No sabía que decir, y en esas situaciones él más que nadie sabía que era mejor callar.

Opeth permaneció sin decir palabra alguna, serio e impasible, dejando quizá que Sathiel ordenara sus ideas y continuara con el diálogo, al fin y al cabo, el Segundo al Mando ya había dicho todo lo que tenía que decir, y sería decisión del Jëylls si quería continuar la conversación o no, al menor de los dos era al que más le convenía si quería seguir indagando en sí mismo, y sea como fuere, sabía que la curiosidad del joven era insaciable.

-¿Esperas que pida perdón, y jure nunca volverlo a hacer? Si es así, está equivocado, señor-Habló sin tonos de confrontación, calmo y tranquilo. Sabía de sobra que Opeth no buscaba aquello, la escena no sería lo suficientemente relevante para hacerlo ir hasta allí.-Yo... no lo sé. No se cómo responder a la pregunta-Exclamó elevando sus ojos después de recorrer los cadáveres por incontable vez. No se podía decir que el chico había adoptado una postura confundida, pero si era lógico tomarlo como una lucha constante en su interior. Contaba con tres puras razas que lo invitaban y tentaban a seguir diferentes instintos a la vez. Cosa que difícilmente podía ignorarse, pero mucho menos la capacidad que tenía para el autocontrol.